El poder de la imaginación en el ultra fondo

07.10.2017

Conocemos el uso de la VISUALIZACIÓN como una técnica de ENTRENAMIENTO MENTAL en deportistas, siendo una manera de ensayar mentalmente una actuación o una representación escénica antes de su ejecución.

El cerebro activa las mismas regiones cerebrales tanto si imaginas la acción como si la pones en práctica. Lo sorprendente es el aumento de fuerza y coordinación que con esta imaginación se produce, cercana al 70%, con respecto al beneficio de la práctica del movimiento real o de entrenamiento.

Como ya intuía Ramón y Cajal a principios del s.XX, pero que no se ha llegado a demostrar hasta hoy; "la maleabilidad de las conexiones cerebrales y su desarrollo tendría lugar tanto por la gimnasia física como por la gimnasia mental". -Norman Doidge- "EL cerebro que se cambia a sí mismo"

Y es que en los esfuerzos y zancadas de carrera imaginarias, las neuronas realizan las secuencias de instrucción necesarias para fortalecerse en los movimientos y afrontar un elevado esfuerzo, si es que así se ha registrado a través de la visualización. En realidad lo que ocurre es que este  entrenamiento mental ayuda a la trazar caminos en el cerebro que facilitan después la ejecución. También la psicoterapia se ha servido del poder de la imaginación para tratar problemas de estrés, ansiedad o fobia social, porque al imaginar la situación temida se genera las mismas emociones.

Como ejemplo os relato la crónica que leí de un corredor que participó en la prueba deportiva, ANDORRA ULTRA TRAIL "EUFORIA" , de 233 km y 20.000m de desnivel. Este explicaba cómo durante los días previos a la prueba dedicaba un tiempo por la noche, antes de dormir, a estudiar el recorrido de la prueba, a analizar cada desnivel, a memorizar cada tramo. Noche tras noche, vivía en su imaginación la sensación y el esfuerzo del desnivel acumulado al que sometería su cuerpo una semana después. Avituallamientos, puestos de vida, horas de sueño, todo lo preciso para completar esa empresa, era el mapa del tesoro con el que se acostaba todas las noches antes de que llegara uno de sus grandes sueños deportivos, finalizar la "Euforia".

El joven corredor narra el enorme desgaste que padeció durante los 100 kilómetros primeros, que le llevaron al inicio de su primera noche en carrera. Al término de esta distancia ya se habían retirado un gran número de participantes por la extrema dureza del relieve, momento en el que tomó conciencia de que su ensueño solo había sido una visión imperfecta de lo que realmente se encontró en su primer día de prueba. Tierras húmeda y resbaladizas, y el gran tamaño de rocas a superar, tomaron forma de pesadilla provocando un choque frontal en el interior de su mente, entre lo imaginado y lo real.

Sucedían pronunciados desniveles culminados en cimas montañosas, tal y como había grabado en su memoria. En pocos momento consultó su computador gps para obtener información del relieve. Al finalizar el segundo día de carrera hizo su presencia el abandono de las fuerzas conscientes que le mantenían en carrera. Una embriagadora fatiga se adueñó del cuerpo así como de todos los reflejos que le habían proporcionado, hasta el momento, una ágil percepción del entorno que le rodeaba.

Sintió entonces que algo tomaba el mando de su voluntad, de sus ritmos de movimiento. Algo que nacía de más atrás de su mente. Era como un piloto automático que le transmitía un estado de serenidad y confianza. Sentía la seguridad de dejarse llevar por esa sensación de trance, que al tiempo anestesió parte de sus molestias físicas y mermó el significado del desgaste acumulado en sus piernas. Desde su parte consciente aún conservada, concentró la atención en procurar una correcta alimentación e hidratación, y protegerse del frío para prevenir la aparición de una temida hipotermia.

Entrada la segunda noche de carrera, desconocía la manera en cómo respondería su cuerpo después de tan prolongado esfuerzo. Una vez más confió en ese instinto de continuidad que le otorgaba una fuente de impulso para afrontar y lograr la ascensión a buen ritmo de cada montaña que se le presentaba. Una vez culminaba una cima, quedaba absolutamente sorprendido en cómo la naturaleza de su organismo enhebraba esa pulsión de energía a través de sus músculos, mientras se hacía repetidas veces la misma pregunta: ¿cuál sería el origen de su procedencia?

Los momentos que sobrevinieron a este estado, totalmente confusos y de connotación extrasensorial, quedaban fuera del alcance de la comprensión para nuestro protagonista. En esencia sabemos que llegado este nivel de fatiga, los actos y movimientos ya no provienen de la mente consciente, ni de la mente racional. En el fluir de estados alterados de conciencia como el descrito , toma las riendas de la situación la naturaleza animal en su versión más instintiva, la inteligencia primaria.

El cerebro y la expresión funcional de este, la mente, conduce el sentido de su misión neurolingüística y onírica hasta el límite último de sus consecuencias, movilizando tantas endorfinas y transmisores nerviosos como sean precisos para cumplir la orden encomendada. Una orden hecha mandato había quedado minuciosamente grabada en las más profundas redes neuronales del deportista durante los días previos al acontecimiento. Sin ser consciente de ello, este corredor había programado en sus horas de sueño, un ejército de leales soldados que harían su presencia llegado el momento de la claudicación volitiva y las fuerzas conscientes del individuo, para gobernar el buque corporal al destino marcado.

Conectado a tal experiencia en plena naturaleza, se agudizan los sentidos de percepción que avivan los paisajes, los colores del cielo, los olores a tierra,.. Todo queda sobredimensionado, nos inunda de sorpresa, admiración y equilibrio todo lo que contemplamos a nuestro paso. Honramos esos instantes con silencios y, absortos, adoptamos una actitud contemplativa. Algo así solo ocurre cuando se impone la naturaleza de nuestra condición animal, liberándonos de la agitación mental y pensamientos egoicos relacionados con historias o conflictos personales.

En lo más profundo de la intuición sientes la compresión de que, a pesar de todo, existes. Una compresión que nadie te ha enseñado, una comprensión que posees por el hecho de estar vivo. Y entonces aparece un instante de gran claridad, un instante de asertividad y una certeza absoluta. Nada te hace dudar. Todo es extremadamente claro: SIENTES QUE EXISTES.

Os resultará curioso y muy emotivo ver llegar a meta de carrera algunos deportistas con lágrimas en los ojos. Si les preguntas ¿el porqué de ello? o ¿qué es lo que sintieron?, no encuentran palabras ajustadas que consigan describir lo que han vivido. No saben a ciencia cierta que ha sido, no saben de qué está hecho, pero no dudan en que les ha ensanchado el alma interior. Sienten una claridad que luego llevarán a sus vidas. Se les humedecen los ojos y pronuncian palabras como... "ha sido increíble..."; cuando quizás querían decir " le he visto los ojos a la vida"

En estos casos las lagrimas están hechas de cosas distintas a las que conocemos.

© 2016 Alexandre Suarez. Terapeuta, Instructor en Mindful Running y Coaching Outdoor
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